martes, 9 de septiembre de 2014

Es así...

Hay recuerdos que son como moratones, no sabes muy bien por qué aparecen, pero 
Se quedan por un tiempo.
Es un dolor que se puede soportar, pero tocarlo se vuelve rutina...Y duele más.
Y cada día lo tocas para saber que sigue ahí, aunque duela.
Ahora que sé cómo sabe la manzana que condenó a Adán y Eva, Quiero pecar, pecar contigo.
No quiero saber nada del cielo, tampoco me dejarían entrar si supieran lo que quiero hacerte.
Que me destierren del paraíso, yo ya he encontrado el mío contigo.
He aprendido que tu perdón hacia alguien, o bueno tu rencor no cambia su actitud, solo la tuya hacia ese alguien y hacia tu persona. El perdón no es para que el otro, otra, otros, se vayan de rositas ni hacer como que aquí no pasa nada. El perdón es para evitar tu rencor y tu dolor. Es para sentirte mejor y para no guardar cosas que no te pertenecen. Si te engañó, te decepcionó, te criticó, te humilló… perdónalo no por él, ella, ellos, si no por ti. No te mereces esa carga y si lo piensas, ni tan siquiera merece la pena, no has sido tú quien decepcionó, humilló, engañó.
Como sé que eres persona y como yo también lo soy, aunque el mundo sea para cada uno tan distinto, sé que te habrás equivocado alguna vez y seguro que lo harás muchas más. Quizá sí hubo un tiempo en el que hiciste daño, en el que decepcionaste, engañaste, criticaste, humillaste.... Ahora es momento de pedirte perdón a ti. No me cabe duda de que no era tu intención o no supiste manejar la situación y no puedes culparte por ello, PERDÓNATE y aprende de esa experiencia.

En la vida nos tenemos que equivocar para aprender, crecer y al vivir en sociedad y relacionarnos, indiscutiblemente muchas de las veces te equivocarás con quien estés en interacción. Primero perdónate a ti y por qué no, aunque creas que ya es tarde pide perdón al que hiciste daño y perdona al que te lo hizo. Hay muchas maneras de pedir perdón, no necesariamente tienes que presentarte en la puerta de su casa con un cartel y un ramo de flores pidiendo disculpas. Puede ser algo personal, una conversación contigo mismo, al final se trata de eso ¡de sentirnos mejor con nosotros mismos!

Yo estoy muy orgullosa de todas mis virtudes y no tanto de todos mis defectos. Son eso ¿no? defectos. Hace un tiempo probé a utilizar el perdón en mis relaciones más cotidianas, aparte de cómo te he contado, lo sumé al día a día, a esos momentos en los que a veces inundado por tus defectos o tus virtudes haces daño a alguien sin querer. He debatido mucho sobre este tema, y he oído el “pero bueno como vas a perdonar por ser tú o por decir tal que no es nada malo”, que cambie él o ella… pues sí, puede que sea razonable y puede que también lo sea pedir perdón. No me importa hacerlo y soy consciente de que a veces pasa, herimos sin darnos cuenta. 

A mí me hace sentirme mejor y siento que tengo mi corazón en paz.

Sinceramente es algo de lo que no me voy a desprender.
Reconozco también que a veces no entiendo a la vida.
No sé exactamente su finalidad. Sé lo que sé y creo que muchas veces lo sé por auto convencimiento. Pero por momentos, en concreto, en estos momentos, dejo de creer en todo y empiezo a creer en nada.

Se supone que nacemos, tenemos una larga etapa de desarrollo en la que crecemos, experimentamos, maduramos… Llega la edad adulta donde con todos nuestros principios e ideales vivimos. ¡Cómo mejor podemos! Formamos una familia, seguimos creciendo, nos enriquecemos y nunca dejamos de experimentar. Con el paso del tiempo nos hacemos viejos (sin hacer un mal uso de la palabra). Unos más viejos que otros, pero sabemos y aunque nos duela, que es ahí cuando se acaba la vida.

Es un círculo que se abre cuando naces y se cierra cuando mueres. En general se cierra cuando eres viejo y has vivido lo que conlleva una vida.
Y me duele. Me pongo triste. Se me nublan las ideas y al mismo tiempo no dejan de venirme pensamientos.
Puede que sea difícil. Pero también puede que sea una buena forma de comprender esto a veces tan incomprensible.

No hay comentarios:

Publicar un comentario