No creas que te he olvidado. Desde que te fuiste,
mi vida está vacía de significados; ya no sé expresarme con palabras ni con
actos....¿Dónde se quedaron esos abrazos cálidos cuando hacía frío?... ¿Y esos
besos frios por la mañana?
No sabes lo que te echo de menos, pequeño. La vida
que me has dado todo este tiempo, a la que me has acostumbrado, porque me has
acostumbrado a ti. Echo de menos lo que me has hecho sentir, pensar aprender y,
sobretodo: vivir.
Recuerdo cuando pensaba en qué sería de mí sin
tenerte a mi lado, sin que me quisieras... Y después de pasar noches en vela
deseando que no pasase, al final tuvo que ocurrir. Tuvo que llegar el momento
en el que no estuvieras a mi lado; el momento de no quererme, e incluso
odiarme.
Esta carta te la escribo para que sepas que sigo
aquí: luchando por un "nosotros", para poder volver a hacernos
felices el uno al otro, para quererte más fuerte que nunca y nunca más volver a
dejarte ir.
Hemos pasado tantos momentos juntos, que al
recordarlo me es imposible guardar las lágrimas. Te he hecho sentir feliz, lo
sé, y eso me hacía estar feliz también a mí, porque con tu sonrisa, tengo todo
lo que necesito. Eres una persona maravillosa, la única capaz de hacerme sentir
lo que siento.
¿Piensas volver algún día? Anhelo ser tu mundo, tu
pequeño mundillo lleno de locuras.
Mira atrás. ¿Que ves? ¿Me ves a mí? Ahí estoy.
Esperándote con los brazos abiertos, las mejillas rosadas, los ojos iluminados,
deseando verte...
No quiero que te alejes de mí para siempre.
Necesito/quiero que vuelvas aquí, a mi lado, a abrazarme, a besarme, a
susurrarme un ''te quiero'', de esos que sólo en tus labios suenan tan bien. Tú
sé feliz. Mientras tanto, aquí estaré, cielo: para darte los buenos días y las
buenas noches, para llenarte de caricias, porque simplemente...Te quiero.
VI.V.MMXIV