jueves, 27 de agosto de 2015

El Durante...

Lo más difícil es empezar. Y terminar. Dicen que lo que va en medio, las líneas que componen el cuerpo del texto, es lo más sencillo, lo más fácil de llevar, lo que más se disfruta. No sé, eso dicen.
Los comienzos. Los finales. Tú y yo siempre olvidamos que el texto también tiene cuerpo, que las historias también tienen un “durante”. Fuimos unos olvidadizos, unos pobres irresponsables. No comprendimos que los grandes poderes conllevan grandes responsabilidades. Que los grandes amores merecen un maldito desarrollo.
 
Lo peor que nos pasó fue que nos hicimos adictos a esos pequeños momentos de felicidad que nos brindaban los inicios. Todos nuestros inicios. Nos enganchamos a andar juntos cogidos de la mano, a abrazarnos hasta traspasarnos el alma, a besarnos hasta rompernos los huesos. Nos enganchamos a no saber, aún sabiendo. A hacernos los tontos mirando para otro lado, haciéndole creer al cosmos que podríamos juntos y no separados. Pero al cosmos no se le engaña, y tú lo sabes. Y yo lo sé. Pero tú más. Tú lo supiste mucho mejor que yo. Llevaste mis riendas sin quererlas ni coger, te colgaste mi corazón a la espalda y recorriste la ciudad impregnándome las calles de recuerdos.
 
Y ahora qué. Dime qué puedo hacer. Porque a día de hoy, a veces, aunque ya no deba hacerlo, sigo repasando los momentos que viví a tu lado. No fueron demasiados. Ni muchos ni pocos. Sólo fueron los justos y necesarios para hacerte imborrable. A veces sigo pensando en los principios, en todos nuestros principios y en la falta de ellos. Nos sobraron y nos faltaron a partes iguales. Nos sobraron, como nos sobraron los anocheceres. Nos faltaron, como nos faltaron los amaneceres. 
 
Nunca fuimos de esos que hacen las cosas como se han de hacer. Nunca fuimos juntos a cenar. Nunca fuimos juntos a lavar el coche. Nunca estuvimos juntos en ninguna boda. Nunca nos dijimos “para siempre”, pero tampoco “para nunca”. Yo siempre fui tu puerta abierta. Tu vida y tus arrugas de expresión. Tú fuiste mi último primer amor. Mi cara más bonita sin pintar. Mi precipicio emocional. Pero no recordemos nuestras carencias. No hagas que piense de nuevo en las vidas que podría haber vivido mientras esperaba a que la tuya arrancara. No me mires como sé que harías si estuvieras delante ahora. Y no, tampoco me toques la mejilla como si fuera de cristal. Te aseguro que si no me he roto ya, ahora ya no es el momento.
 
Te lo dije hace tiempo. Me copié de quien lo dijo, ya sabes, que “puedo vivir sin ti, pero no quiero”. Te lo dije mil veces. Y tú lo escuchaste asintiendo. Lo escuchaste sabiendo que el café se enfriaba, que tu corazón se cerraba. De nuevo. Otro final.

miércoles, 26 de agosto de 2015

Supongamos que te echo de menos...

https://www.youtube.com/watch?v=RD9xmhSrcYE

Supongamos que te echo de menos... 

¿Volverías? 

Supongamos que...no hay día en que no me acuerde de ti, y cada vez que te pienso tenga que distraerme para poder parar. Supongamos que me atrevo a decirte algo. 

¿Reaccionarías? 

¿Crees que merece la pena empeñar mi orgullo? ¿Empeñar la poesía? 

Supongamos.. que desaparece aquel mes, aquel fin de semana. Supongamos que aquello no acabó conmigo. Supongamos que quiero ir de nuevo a la estación e intentar captar una imagen mientras llega el tren.. y tú con el.

Y ahora... ahora yo supondré que tú aún no me has olvidado, que no has borrado ni una sola fotografía mía, ni un solo mensaje.. ni una sola carta.. que tu intención no era la de alejarme matándome poco a poco. Que aun queda esperanza, que no la hemos desperdiciado toda..

¿Marcarías mi número?

Son las cuatro de la mañana de cualquier día de enero y es tu silencio el único que ahora me despierta al caer la noche. Es tan difícil conciliar el sueño después de habértelo regalado a ti. A veces pienso en llamarte, o escribirte para que me lo devuelvas. Echo tanto de menos a la persona que solia ser antes de conocerte, antes de convertirme en la mitad de todo, de nada. 

Sin ti me sobran la mitad de todos mis cigarrillos, los cinco minutos de más después de apagar el despertador, una cucharada doble de azúcar en el café, media botella de butano al ducharme. Me sobra la mitad de la cama, de la almohada, del sofá. Sin ti las películas las veo enteras y leer antes de cerrar los ojos ha dejado de ser mi estrategia para que me quitaras el libro, y siguiéramos con la poesía debajo de las sábanas. 

Y sin embargo, te fuiste.

Y a mí solo me queda suponer que a ti también te sobran las mismas mitades que a mí, que tú también echas de menos mis manos cuando tienes frío, y que Madrid es la mitad de bonito sin nuestros besos en mitad de la Gran Vía. 

Sigo parándome delante de cada tienda de libros viejos, pero ahora sin ti, por si te viera pasar. Sigo notando tu nombre en mi nuca cada vez que me recojo el pelo y sigo notando tus dientes en la cicatriz que me dejaste en la clavícula. 

Ojalá decir que te grabaste en mi piel a fuego fuera solo una metáfora más. 

Ojalá decir que te llevaste mi corazón... no fuese tan real. 

Lo echo de menos, ¿sabes? echo de menos oírlo latir al otro lado de mi pecho. Acunarlo por la noche y leerle a Salinas para que cogiera el sueño. 

Mi amor, léele a Salinas, que solo él sabe describir en verso, lo mucho que a ti... también te echo de 
menos..

sábado, 15 de agosto de 2015

Llámalo amor o como tú gustes...

Hace mucho que no escribo para vos, hace mucho que ya no tengo ningún suspiro de amor por ti…
Hoy quería escribirte con todo el afecto que tengo, porque sabes muy bien que te amé.
Mi amor fue un poco alborotado, fue sincero y a la vez un poco dramático, pero fue AMOR.
Siempre te recordé, te llore en momentos que no debía llorarte y siempre te odie por dejarme sola cuando más te necesitaba, no queda tiempo para seguir quejándome de ti, no queda tiempo para seguir con este resentimiento que me hizo aprender que el amor no era así como lo sentía…
Quisiera no confesarte nada a estas alturas pero siempre odie tu forma tan mujeriega, tu forma fría de cómo supuestamente me querías y odiaba que te contradigas con tus sentimientos, quizás amaba que me dijeras que fui la mejor en tu vida placentera pero me hacía pensar que solo para eso yo era buena…
Había algo más bueno que solo entregarte mi cuerpo, pero creo que nunca supiste verlo…
Era amarte y entregar mi dedicación entera contigo.
Amaste a mil mujeres antes y después que yo, seguía firme a tu atolondrada forma de quererme hacerme tuya, tuve que acceder en varias ocasiones para no olvidarme de tu aroma y seguir plenamente con tu amor.
Pero el tiempo se me paralizo un día y me dijo que ya era suficiente aplastada de cabeza para seguir entregándote mi amor,  mi tiempo, por ni siquiera un abrazo y palabras claras cuando te veía o conversaba.
Ahora qué más da si tu inspiración no brotan mi nombre, escribes poemas pensando en un amor más, sufrida con este amor que me paralizo noches enteras pero que nunca me dejo de enseñar.
Me hizo más fuerte y resucitar del vacío que jamás pensaba resucitar.
Gracias por nada y a la vez por poco.
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La intoxicación afectiva No es Amor 
La espera, el rechazo, la incertidumbre, la insistencia, el sufrimiento emocional, el sacrificio irracional, la frialdad...
El Amor no es morir lánguidamente, no es inevitable.
Muchas separaciones sirven para saber QUE NO QUEREMOS del Amor. 

Aprendí...

Sentados en esa terraza a la media noche, armando unos porros para contagiarnos de la alegría plena.
Coge su guitarra y empieza melodiosamente a tocar aquella canción que me estremece el cuerpo, su voz era un cántico de ángeles.
Cerraba los ojos y no me importaba nadie más, solo analizaba y veía la vida de otra forma…
Aquella vida que nos transforma en seres odiados o queridos, aquellos que se creen dueños de todo y a la vez de nada.
Que la vida que yo estaba presenciando era fuera de lujos, alejado de la basura diaria de gente desdichada que no comparte un solo pan con mil personas.
Gente que la ropa, los lujos se les hace más grande que un verdadero amor, gente que vive engañada por la estupidez  constante que genera en su cerebro por el maldito dinero.
Pobres desdichados.

El abrazo más sincero en toda mi vida fue de aquel joven tocando esa melodía.
Sentí el amor profundo y aquella paz plena que necesitaba mi vida para que mi corazón se abriera mucho más, no importaba nada solo seguir respirando aquel tabaco sabor a vainilla del chico de al lado.
Mi cuerpo estaba helado con este frio atroz en pleno invierno, no importaba la cobija, solo las risas idas y vueltas que nos dábamos a carcajadas en aquella terraza, que hermosa noche.
Vuelvo a respirar y a sentirme mil veces viva, no necesito nada más que seguir caminando sobre aquellas nubes muy cerquita del cielo, sentirme flotando con el corazón en paz, su amor puro me hacía sentirme completa, me amoldo y armo cada pedazo roto en todo mi cuerpo.
Estoy enamorada de ti, estoy completamente enamorada de tu alma, estoy contemplando tus ojos hermosos y estoy sintiéndote mi verdadero ángel.
Eres tan hermoso que no existe ninguna otra persona que pueda remplazar este único, léeme bien, ÚNICO amor en toda mi vida y que vida la mía.
Si dejara de suspirar por ti, si dejara de admirarte, nunca aprendería el sentido de la vida, de nuestras vidas!